miércoles, 29 de julio de 2009

El consumio a Clarita. ¿Ella tambièn?


El consumió a Clarita. La devastó hasta dejarla sin aliento, sin respiro. Fueron muchos años, horas, minutos, segundos. Ella era repugnante a la vista e inteligente en su habla. Él, Nicolás Clemont, pertenecía al mundo de los intermedios (definidos como personas no tan gratas para el resto de la gente, pero si tal vez, con algún encanto divisible).
Él consumió a Clarita dejándola desnuda en el amanecer del campo. Triste, desolada. Invadida por la soledad y los fríos del invierno. Él fue quién se evaporo como el agua del té que tenía pensado tomar la mujer de ojos grisáceos.
No se bien las fechas exactas de su cobarde huída, es que lo dije- él consumió a Clarita. Y ella así quedo meciendo en la silla, divisando como la nada misma transcurre y notando que cada vez esta más despojada de su ropa.
Nunca supimos más nada de Nicolás. Clarita permaneció aquí con su rutina habitual: el té de las ocho de la mañana, algo en el almuerzo y, tal vez, alguna merienda.
Quien sabe los viernes era día de suerte y cambiaba su hábito agregándole un poco de música. Siempre sonaba todo lo que a él le gustaba The Bleates, Johnny Cash, algo de jazz, y algún que otro tango.
Su pasatiempo era la pintura. Sus cuadros siempre emprendían manchones de color rojo dirigidos-suponemos- a Nicolás. Nunca sabremos de verdad por que Clarita hace ya, realizando algún cálculo estimativo, cuatro años que de su boca no pronuncia ni un bosquejo de palabra. Solo habitaba en ella un profundo silencio. Un misterio en forma de signo de pregunta.
Fue un diez de marzo cuando ella se levanto de su pesada cama, tomó el clásico té, escucho de nuevo a Cash y dijo-si, por primera vez después de tantos años- que quería dirigirse a Buenos Aires.
Y así fue que la acompañe a lo incierto. Yo no sabía hacia donde era el destino. Hasta que llegamos a Adrogué sin saber el por que (aunque seguro Clarita si lo suponía).
A las pocas palabras dichas le sumo que quería estar sola en el hotel y me aconsejó que realice una caminata por tan hermoso lugar.
Yo sólo me fui a oler los aromas del otoño. Fueron exactamente tres horas de mi paseo. Luego volví al hotel pensando en la pobre Clarita. La mire y le pregunte como se encontraba: a lo que me contesto-sonriente y feliz- ¡estoy estupenda!, más allá de mi asombro fuimos juntas a tomar un café. Le trate de preguntar el por que estábamos aquí a lo que me contesto que sólo era por trámites y que ya mañana a la tarde volvíamos al campo.
Y así fue al día siguiente nos volvimos para nuestra casa. Pero ahora era diferente Clarita ya no era la misma. Ella derramaba alegría contagiosa y nadie sabía el por que.
Hoy es viernes (una semana ya del viaje) y, como lo es habitual, tome el periódico mientras desayunaba antes de partir al trabajo. Lo aclaró; por que una titular del mismo me llamo la atención:
Se hallo en la habitación de un hotel Adrogue sin vida a un individuo llamado Nicolás Clemont.
Hace una semana que se buscaba a este hombre que desapareció un once de marzo. Aún no se saben las causas de su repentina muerte. Se cree que se trata de un suicidio
.
Ahora entiendo. Nicolás ya no consume a Clarita.

lunes, 20 de julio de 2009

"Agarra la carpeta que seguro te va pedir algo".Tantos años ya.


Yo lleva puesto un guardapolvo diminuto de color rosa. Ella también. La primera vez que la vi yo llegaba a los tres años y medio de edad, en cambio, ella- a quién presentaré en las siguientes líneas- ya poseía cuatro.
Mi pelo era lacio y aún no padecía de las grandes gafas rosas. Brenda si, es a quién menciono- adquiría también de fino pelo lacio largo sujeto con dos colas realizadas por su madre. En ese momento nos diferenciábamos en que en mi caso no paraba de llorar.
Así paso el año y con él, la sala rosa. Y transcurría al mismo tiempo también la niña más pequeña de edad y tamaño. Para todos inclusive hoy: Vanesita.
Nos trasladamos del color rosado al color turquesa, yo para ese tiempo ya no derramaba lágrimas (quién diría que después de grande por idioteces de personas existente en el planeta, lo haríamos juntas). Pero si era “agraciada” con unos súper lentes de color rosa claro. Ahora estarían de moda.
Los días se consumían como los meses y a la vez los años. Dejamos atrás los colores vivos para pasar a los oscuros; el azul y el marrón eran de la partida. No se si nos favorecían-seguro que no- pero nos acompañaron tanto tiempo.
Los años siguieron, crecimos, maduramos, y continuamos las tres. Diría hasta actualmente. Antes éramos cuatro pero por cuestiones de los aires y los cambios quedamos así. En fin; eso es otro tema que no incumbe.
Mejor sigo contando. Es que tengo tanta información en mi mente. Muchos cumpleaños(vestidas completamente de rojo), alegrías y tristezas.
Brenda era una chica estudiosa, inteligente- lo sigue siendo- a diferencia de mi (“Brenda agarra la carpeta que seguro te va a pedir algo”) con humor, y tan sarcástica como yo. Con una mirada penetrante, sincera, no se si la puedo describir. Es que me resulta difícil hablar de ella.
Al tiempo llegamos al secundario con el color azul que no nos abandonaba. Vanesita seguía siendo de igual manera la más inteligente del grupo. Y la que nos permitía ayuda en matemática y Brenda lo era conmigo en inglés. Luego del aburrido-y no tanto-colegio se ponía fin a una etapa. Pero, como siempre, creo que los finales son comienzos de cosas nuevas y mejores.
Yo no sabía si nos volveríamos a ver. Cada una estaba metida en los suyo: yo en mi medicina, ella en el arte y vanesita en su geología. Tal vez la tecnología nos volvía a encontrar: como ahora con el facebook. Te
aparecen todos: a los que querías y también a los que no soportabas; pero igual, como con la adultez uno se vuelve más sensible, los agregas a todos para saber de sus vidas y para no se que otra cosa.
Aquí no resulto lo mismo. Por suerte no se necesito de Internet para acortar distancia. Sólo se necesito de un teléfono de línea, un celular, y de 24 de mayo y añasco.
A Vanesita la perdimos un poco. Pero volvimos a encontrarla. Y sentimos que todo estaba intacto como hace veinte años.
De ahora en más no se que pasará. Pero miró el pasado y veo tanto. Y siempre la chica que anotaba toda en la carpeta estaba presente. Y reviso mi actualidad reciente-ya sin medicina y con comunicación social vigente- que también está. Eso se valora mucho. Y por sobre todo se agradece el aguante de tanto tiempo.
Nunca supe definir la palabra amigos. Siempre considere que esos “los elegidos” se cuentan con los dedos de las manos. Y esos mismos no sólo son los que se juntan a comer un veinte de julio, hasta a veces me parece ridículo.
Si no son aquellos, que los podes llamar y “joder” (que no creo que se moleste) en cualquier momento (siempre tengo el celular encendido un sábado a la madrugada-casi entrando en domingo), los mismos con los que hablas y te entiende, te aconsejan, y saben que en un gesto tuyo lo que tu rápida mente piensa.
Inexplicable son ellas.
Y eso es mi naranjo. Apodó que nació de una noche de té y una PC encendida.
Ah, la Brenda dejo serlo para pasar hacer Astrid (no viene al caso de decir Asterix) nada de fama y cambio de nombre, es el segundo desde su nacimiento.



jueves, 16 de julio de 2009

"Malestar latente"


Todo surge repentinamente de la tibia noche de hoy. La máquina esta encendida y mi amiga presente allí. Al rato de hablar, ella me pronuncia estas palabras: “malestar latente”.
¿Qué significa esto? Yo misma me lo pregunte.
Para poder explicarlo de alguna forma-si puedo llegar a eso- sería como aquello que está siempre sin despejarse de nuestras vidas. Quieto como un punto. Sin moverse. Diría que casi tímido sumergido en una inmensa soledad. Hasta que algún factor externo lo hacer resurgir, cobrar valor. Deja de ser ese punto y pertenecer ahora al mundo de las líneas. Remarcando un trozo importante en nuestra “olvidada” mente.
Siempre intentamos ignorarlo a ese “punto” disminuyéndolo, menospreciándolo. Pero él persiste firme como la inmóvil estatua. Llegando al momento de la trágica explosión. A veces, cuando esto sucede, es tarde y para alegría nuestra lo mejor-quién sabe que es lo mejor- ya lo vivimos. En otras ocasiones no sucede lo mismo. Y ese malestar logra transformarse en un abominable dolor.
Evadirlo no es la solución-ya lo intente y no logre respuesta alguna- tal vez la situación es enfrentarlo, pelarle la pulseada y tratar de ganarle. Aunque el muy malvado casi siempre gana la partida.
¿Cuál será la causa de nuestra tendencia al olvido? Si así, de igual manera no nos sentimos mejor. Sólo “maquillamos” los momentos. Pero nada logramos. Ya que cuando la pintura se esfuma el “malestar latente” pega su patada letal, fulminante. Dejando huellas, marcas. Que nunca sabremos si el tiempo logrará borrarlas. Muchas veces es cuestión de tiempo. Aunque éste mismo puede ayudar en ese golpe fatídico.
Continuamente sabemos las causas de ese “malestar latente” y diría que hasta sus consecuencias, pero lo que nunca entenderemos es su final. Eso no lo determinamos nosotros. Por que más allá de que se intente; el mismo sabe cuando se tiene que dar por retirado.

lunes, 13 de julio de 2009

Por que el virus del miedo


Volvimos, volví. Le reinicie vida a este espacio, o por lo menos lo estoy intentando mal o bien.
Muchas veces me pregunte que significaba este nombre para el blog: El virus del miedo, más allá de que deriva de un tema de un genial cantautor Español (Serrano Ismael) tiene una implicancia aún mayor. Nos vemos como autómatas sin dejar respirar nuestra mente. Nos consumimos frente al mundo-o éste nos consume a nosotros- y nos posicionamos delante de un vertiginoso espejo con el dolor de que el miedo se apodere de nosotros y se transforme en un crudo y abominable virus (palabra que para la actualidad es la más escucha en estas venditas “empresas de comunicación”, pero no teman ese es otro virus que no se contagia con la lectura)
Y ahora me pregunto ¿Por qué estamos de esta manera? ¿Por que no cambiamos absolutamente nada?, y dejamos que todo siga igual, así de quieto o aún peor. ¿Somos un grupo de cobardes? ¿O simplemente grandes idiotas que se adaptan al sistema?
Luego de reformularme estas preguntas, vuelvo a este espació y a la foto que elegí para que lo acompaña. Medité en lo maravilloso que resultaría tomar un libro y que así de alguna manera genere una “explosión” en nuestras mentes. Aunque masticándolo mejor, eso lo veo tan lejano e irreal. Hoy ya nadie se preocupa por la lectura. Ni si quiera se intenta llegar a ella. Muchos saben de casualidad que existió un Borges (si, el que es complejo para leer) un Cortázar (el señor de la Rayuela) o hasta un Bioy Casares (para: ¿son la misma persona? Pensaba que eran dos personas distintas). Es lamentable, pobre, triste, abominable que nada nos genere ninguna “explosión”, por que a veces-aunque resulte lo más paradójico- se necesita de un buen bombazo en nuestra olvidado intelecto para así no ser autómatas y no lograr que el
virus del miedo se apodere de nuestro cuerpo.

PD: Hablando del arte en general con la música resulta exactamente lo mismo. Pero lo peor allí es que hay cada idiota dando vueltas que hace que tengamos más acceso a escuchar idioteces. Un claro ejemplo la revista viva de hoy y una “genial” entrevista a un ¿músico? que se cree un Dios.

Además lo acompaño con el tema que le da nombre a este sitio.